Los problemas de pareja incluyen distintos patrones de interacción disfuncional que provocan un deterioro de la relación. Entre todos los factores que puedan originar, mantener o perpetuar los problemas de pareja, considero necesario centrarse principalmente en dos: la comunicación y las discrepancias entre la percepción de la realidad de cada uno de los miembros de la pareja.

Comunicación en pareja

Cada uno de nosotros tenemos una percepción de la realidad. Según el Constructivismo, no existe una sola realidad sino tantas como personas que la perciben. Cada uno atiende a ciertos estímulos e ignora a otros, abraza unos ciertos valores y rechaza otros, mantiene ciertas creencias y desprecia a otras, de tal manera que se construye una realidad personal y, hasta cierto punto, única. En las relaciones, y especialmente en las de pareja, se produce un gran contraste cuando se pretende conciliar las realidades personales de ambos miembros en una realidad compartida. De repente tenemos dos personas con unas características personales diferentes, con unas experiencias vitales que nada tienen que ver, que vienen de dos familias de origen diferentes y que tratan de acordar y negociar una verdad compartida. Imaginemos una hipotética pareja.

Mientras que en casa de él, siempre se ha comido con la tele encendida, los hombres de la casa no recogen un solo plato y todo el mundo expresa su opinión de forma abierta y asertiva, en casa de ella siempre se ha comido en silencio, todo el mundo recoge la mesa y siempre ha habido un exceso de prudencia y respeto a la hora de comunicarse. ¿Qué reglas se establecerán en el hogar de la nueva pareja? ¿Quién está legitimado para imponer su visión de la realidad sobre el otro? Son preguntas con difícil respuesta. Lo que sí está claro es que intentar cambiar o corregir la realidad del otro miembro de la pareja provocará su rechazo o distanciamiento. Llegar a un cierto grado de acuerdo entre las realidades personales dentro de una pareja o, dicho de otro modo, construir en cierto grado y de forma conjunta una realidad compartida pasa por reconocer la realidad personal del otro. No se trata necesariamente de estar de acuerdo al 100% con el otro, sino de reconocer sus sentimientos y su forma de percibir e interpretar la realidad. En ningún caso será necesario mostrar conformidad incondicional o sumisión; tan sólo informar que hemos recibido el mensaje. De esta forma las discrepancias pueden ser expresadas y recibidas sin entrar en un conflicto para demostrar quién tiene razón. Se trata de evitar entrar en un juego de sumas cero, en el que tanto gana uno como otro pierde. De hecho, el intento de ganar dentro de un paradigma de juego de sumas cero, es decir, el empeñarse en tener la razón, conduce inevitablemente a un deterioro de la relación. Para evitar imponer nuestra realidad personal, ante un reproche como “Es que siento que ya no me quieres”, en vez de contestar como si de una acusación se tratara, intentando demostrar nuestro desacuerdo o nuestra inocencia con un “Pero ¿qué te pasa? ¡No sé de qué te puedes quejar, si me mato a trabajar y ya ni salgo con los amigos!”, podríamos optar simplemente por hacer saber a nuestra pareja que hemos recibido la información sobre cómo se siente. Un simple «Así que sientes que ya no te quiero», seguido de un «¿En qué ocasiones te sientes así?» será suficiente para romper un posible patrón de imposición de la realidad personal de un miembro de la pareja al otro.

También es importante no caer en los siguientes errores a la hora de comunicarnos con nuestra pareja (en realidad con cualquier persona):

 

  • Hacer referencia a las características de nuestra pareja cuando deberíamos hablar exclusivamente de sus acciones. Siempre será preferible decir «Has dejado la tapa del inodoro sucia» que decir «Es que eres un cerdo».
  • Generalizar. Es mejor decir «Me gustaría que hicieras la compra más a menudo» que decir «Nunca haces la compra».
  • Leer la mente, es decir pretender saber lo que piensa o siente nuestra pareja o cuáles son sus intenciones. Y por supuesto tampoco es recomendable esperar a que nuestra pareja adivine lo que se nos pasa por la cabeza sin que se lo digamos.
  • Quejarse en términos vagos en lugar de referirse a acciones concretas. Es mejor decir “Últimamente me da la impresión de que no te apetece hablar conmigo”, en lugar de “No me haces ni caso”. Y es mucho mejor hacer una petición directa y concreta como “Me gustaría que charláramos un rato cada noche después de cenar”.

Como hemos visto, es siempre preferible comunicarse en términos que no impliquen una interpretación subjetiva y respetando, aunque no se comparta, la realidad personal del otro miembro de la pareja. Para profundizar y ampliar sobre este tema y otros relacionados con la pareja recomiendo el libro Amor es amar todos los días de Bill O’Hanlon y Pat Hudson.